3 amigos una misión 2° - parte



La osadía al pie de la letra, en constante rebullir a medida que pasaba el tiempo los planeamientos se modificaban sutilmente, pero el plan estaba trazado, era hora de encontrar una buena ofensiva. Días de constante investigación territorial, hasta que la decisión en consenso fue el ataque preventivo para en principio disuadir al enemigo.

Las primeras horas transcurrieron en terreno hostil, desembarcando en zonas urbanas, el equipo de elite, altamente capacitado para estos ejercicios, corría el riesgo de ser interceptado no solo por el enemigo sino también por vecinos aledaños, por suerte es un lugar de poco transito aquella calle de tierra es de poco uso, pero tan silenciosa como fatal, no estaba en los planes herir a los civiles.

Los riesgos a correr eran reales, los 3 perros ladradores del vecino que nos podían morder, pájaros que movían las ramas, y nos asustaban porque salían de entre los matorrales, otra cuestión a rever eran las semillas de los robles que nos rodeaban como una gran red debido a su voluminoso tamaño y caían de vez en vez al rededor nuestro, a veces creíamos que era el enemigo que nos atacaba, por eso andábamos en constante tensión.

Ante cualquier movimiento nos paralizábamos a esperar saber lo ocurrido, la policía era para nosotros la guerra misma, nosotros camuflados, con las caras pintadas parecíamos sin ir muy lejos delincuentes, pero la edad nos delataba como pequeños traviesos, aunque nuestro miedo era el peor ante ellos. Solían pasar a veces, pero por suerte nunca tuvimos problema de ser vistos.

También los vecinos que iban y venían al supermercado siempre nos cruzábamos con alguna cara rara, porque por obvias razones nos miraban con incertidumbre. De todas maneras nos encantaba jugar a las escondidas con la gente. Y mirarlos con cara de "nosotros somos justicia". Cosas que no voy a olvidar, misiones suicidas, quedarse tirado en una zanja de pastos secos y vaya a saber uno que bichos andaban por allí, por el simple hecho de esconderse para no ser vistos.

Nuestras armas siempre cargadas, cada uno poseía una. El calibre adecuado al tamaño y fuerza de cada uno, la gomera y las semillas de roble nuestras municiones, estábamos siempre cargados. A veces afinábamos nuestra puntería con algún carancho, pero eso era gastar pólvora.

La misión de reconocimiento duró más de las 24 horas que esperabamos, pero para las mil quinientas del sábado, debíamos cruzar la franja enemiga para atacar por detras. a las 19hs cuando el sol bajaba ... Así fue como nos trasladamos sigilosamente a través de los matorrales por la parte externa del recinto enemigo que sin vernos pudimos traspasar agazapados en los matorrales intensos de la densa zanga que nos delimitaba el camino a seguir.

Habíamos superado la primera etapa del camino, el objetivo se hacía lento debido a que nuestro enemigo rondaba en la llanura al rededor de la casa. Además debíamos afrontar el riesgo de los hijos tan avivados como nosotros furtivos y entrenados en la curiosidad, de vez en cuando tirábamos municiones del otro lado para distraerlos asustábamos algún que otro pájaro para cubrir nuestras posiciones ante cualquier civil o enemigo cercano, sobre todo a los perros de guardia.

Mas de una vez, nos tuvimos que quedar ocultos porque nos delataban los ladridos, pero no fue un pesar aquello que luego se hizo común para los animales, era obvio el sentido de percepción es mucho más volátil que el del ser humano por lo que debíamos prestar el doble de atención a esa guardia animal.Cerca de las 1900 horas llegamos a casi el objetivo, "la quinta del vecino" allí esperaba todas las provisiones esperadas del verano, plantas de tomate, ajíes, plantas de zapallo sin el fruto, que acentuaba la teoría de mi vieja de que el vecino había sido el culpable.

Una vez todos, en el punto de encuentro nos reunimos para preparar el ataque, un disparo certero al primer tomate nos indicó que la posición era efectiva y estábamos listo para llevar acabo el ataque del equipo Ranger que así nos declarábamos. Detrás de la quinta entre los matorrales era difícil disparar, ya que corríamos el riesgo de ser detectados por el bando contrario, pero nos turnábamos mientras analizábamos mejores posiciones de ataque para hacerlo en conjunto y ser efectivos en el ataque.

Nuestra retaguardia, estaba semidescubierta, se podía visualizar desde el camino de tierra nuestra posición, pero mientras alguno atacaba los otros cubríamos, la posición y a nuestros compañeros, el ataque en conjunto había empezado, y nos turnábamos. Comenzó como una especie de prueba de puntería, pero otra vez el alerta por parte de los caninos nos hacía cubrirnos para no ser vistos, alguna munición se comía el canino de vez en cuando. El problema de dispararle es que nos contraatacaba con ladridos más fuertes y más cerca de nuestra posición, lo que nos obligaba a quedar temporalmente escondidos, hasta que se iba, el ataque continuó y se vino la parte mas heavy.

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