Yo no me caí del cielo

Yo no sé. No soy muy orgulloso de mí, pero que mal me sentí y esta es la escusa para escribir, el ego que me acompaña indisimuladamente como una garrapata en el lomo, se desprende para hacerme saber que quede solo como un perro, porque después de sentirme rechazado como nunca me lo hubiera imaginado, bajé a tierra en picada comparado a un avión sin frenos ni bocina, pero este avión era manual, a rosca digamos, gracias a Dios podía manipular las alas, es difícil, las podía controlar pero era mucho para mí, pero aun siento que estoy en caída libre esa caída es emocional, porque es luego de cortar una relación emocional la que hace que uno decaiga y muchas veces en picada.

Así voy tratando de no llegar tan bajo, o por lo menos de no pegar contra el piso, eso sería fatal, doloroso, porque realmente duele, no de lastimadura que sangra, sino dolor para el corazón, nos dejamos volar tan alto con el amor, que no recordamos la realidad de cómo empezamos, la realidad de donde estábamos parados y confiamos en un camino en el que uno creyó, nos dejamos llevar y luego es difícil de desprenderse de el.

No tenía mucho sentido seguir cayendo en ese avión al que subimos enamorados y ahora caes solo dentro de el. Me duele recordarlo, aun así seguí buscando una solución mientras caía en aquel pesado avión, buscaba una solución para que el dolor sea menos y los recuerdos sean buenos y así descartar los malos.

La angustia estaba presente no se ausentó ni un instante, como una niña miedosa que nos observa, frágil y llorona, que se encuentra arrinconada y nos toca de cerca e indudablemente cumplidora a la hora de actuar, desde que el avión comenzó a caer, se vuelve escalofriante, tan responsable y tan eficaz que daba miedo, traté de pensar rápido, pero igual seguía cayendo, ahí conocí al miedo.

Pensé que era oscuro pero nada que ver, el miedo tenía mas miedo que el mismo, aquel miedo que no tenía dirección, actuaba sin nada planeado, iba y venía dentro y fuera de mi, nerviosos los dos nos agarramos de la confusión, que al ser tan pero tan grande miraba al miedo y se reía, el miedo desaparecía por momentos y desesperación no hacia otra cosa que gritar como si estuviera poseído y ahí no supe que mas hacer, y varios sentimientos se apoderaron de mi, pensé que estaba loco, pero no, estaba razonando todo aquello de una manera demasiado rápida a su vez en una especie de colapso nervioso y volví en mi.

No había muchas opciones, tenía que cortar con esa relación emocional, no podía seguir así, aunque a veces el nerviosismo me cegaba cuando la veía a ella, tan hermosa como siempre, hasta la soñaba, olvidabba por momentos lo mucho que me había lastimado, y olvidaba pensar que estaba cayendo, no tenía muchas vueltas más de las que estoy tratando de manipular en este avión, y en cierta forma, se siente vacío en el fondo.

Ese avión era un dolor que nosotros como todos seres enamorados llevamos cuando una relación se rompe. Un dolor con uno mismo, como una carga en ese avión, y a su vez vas perdiendo presión, angustia y desazón, o quizás lo que vas perdiendo sea amor y que cae por perder esa fuerza sobrenatural de la que se aferran dos personas y cuando se deja de querer a otro, aquella nave que volaba sola, por la fuerza del amor de los dos, comienza a caer al vacío del que veníamos, porque se va quedando sin amor, como si fuera combustible.

El final lo podes decidir tratas de dispersarte con otras personas, tratas de no lastimarte durante la caída, sería como agarrar un paracaídas y salvarte de aquella dolorosa relación de aquel viaje en avión del cual falló y ahora cae.

O directamente te tiras al vacío, esta opción no es razonable, o decidis comenzar otra relación o nos dirigimos siempre a la caída, al dolor como esperanzados del avión para que vuelva a funcionar, pero yo ya había agarrado el paracaídas.

Dolorosamente siempre perdés, siempre caes, aunque de mejor o peor manera, la mas fácil es la mas rápida, pero yo creo que a los hombres por instinto natural, nos gusta sufrir por eso preferí una opción que no había y no me tiré, en el momento justo, ese que caes bien con el paracaidas.

Pero no, como mucha@s hacen, yo me tiré en el momento más extremo, cuando ya ves que no hay solución, cuando nada se puede arreglar y todo esta dicho, y ahí es que tenés que bancartela porque es fuerte la caída, no es nada suave, donde podes salir lastimado, e inclusive podes caer mal parado, eso significa golpearte, y porque no también, llorar, lo cual suele pasar, porque uno termina reprochándose muchas cosas, porque el error fue propio desde un principio y no lo supimos ver y cuando llegas a tierra, lo recordas, y aquella otra persona que siempre está para ayudarte espera cerca de allí, del descenso, que por lo general es un amigo, aquel que te escucha y oye lo mal que te fue con el amor, al pedo, si ya te lo había advertido, y uno sin razón no le hizo caso.

A veces los amigos se pierden porque este viaje en avión pudo haber sido muy largo, pero si son amigos vuelven. Al final, quedé sólo, el avión cayó y explotó mas rápido de lo que tardé en bajar, casi que ni lo vi porque se desintegró y lo peor de todo, ya pasó, pero lo que menos pensás es que ese avión, justo el tuyo es el que se va a caer.

Así volvés a replantearte que es lo que salió mal toda una cuestión filosófica, si uno se pone a pensar en profundidad, tuve esperanzas de que iba a llegar a un buen destino toda esta relación pero no, el final yo estaba pensado de una forma, no de dos, no de la forma que ella pensaba, porque la respuesta no dependía de mí. En fin, ese fue el viaje en el cuál perdí el amor, y no va a ser el único me subiré a otro avión y trataré de mantenerlo lo mejor posible.

Así pasa con las mujeres, me jugué hasta el final, me arriesgué a salir perdiendo a lastimarme con amor, pero amor y mentira están siempre juntas nunca separadas, una es vecina de la otra y a su vez prima de las hermanas dolores, siempre juntas nunca separadas siempre haciendo cagadas, a veces van a fiestas y andan todas dispersadas se pasan a todos como en una ensalada revuelven y revuelven dejando a uno descontento y a otro medio confundido son hermosas todas, y encantadoras.

Pero al final la última palabra difícilmente sea mía, salvo que aquel avión ya este predestinado por algún problema específico, lo cual de haber sabido no me hubiera subido. Uno en el trascurso hizo las cosas bien, pero quizás no vio la realidad y como en consecuencia siempre hay peros, sin embargo, rara vez hay soluciones, salvo que seas un mecánico cupido del asunto, o tengas la flecha para enmendar alguna parte, entonces que se debe hacer? Bajarse antes.

No te queda tiempo para pensar, y mucho menos una respuesta que te salve. Es como una especie de psicoanálisis que te haces por momentos, en esa caída injusta, porque a veces no es culpa tuya, el problema es que me juzgaron mal y quede en una tormenta a la deriva y sin timón.

Estas relaciones de ahora son difíciles de manipular como aquel avión, que cae tan pesado, ya no queda nada más que decir ni que hacer, porque realmente no pudo hacerse nada, ya está la próxima será una suerte mejor, la próxima bajémonos una vuelta antes y así se podrá sobrevivir a esta caída, porque el avión en el que viajabas con ella ya no va a ser el mismo, jamás, salvo que se pueda volver el tiempo atrás, pero no, para qué volver a tras, aunque igual eso por estos tiempos es imposible.

Y ella? Ella te mintió se había tirado de aquel avión mucho antes de que se viniera a pique, por qué, porque ella ya sabía el final, encima te lo advirtió pero vos estabas cegado por amor y mentira, ella tenía la decisión en sus manos e hizo quizás, lo correcto, el único tonto que se encandilo con el amor fui yo.

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