La despedida

La primera vez que nos despedimos, me puso el cachete con demasiada obviedad, como evitando cualquier cosa que pueda pasar. Ni los labios le pude ver, clara señal de que un beso no iba a poder ser. Hubiera sido un beso raro, porque si me perfilaba con mis ojos fijos en su mirada, no lo iba a dudar, aunque fue muy rápido aquel pensamiento tanto como las señales que ella emitió. Pude haber revertido aquello pero no, no era necesario.

Por culpa del colectivo podríamos decir, y el silencio después de haber hablado de todo, o casi todo, esa noche, no ayudaba a hilar la situación a esas horas, el cansancio, el sueño que arrastraba de la semana, eran la escusa para decir, otra vez será, el sábado quizás. Porque todo ello te enmarca la situación.

La acompañe a esperar el colectivo, habíamos salido a tomar algo nomás, porque debía pasar todo lo que a más de uno le hubiera gustado, o se podría pensar, que es cierto sería natural un beso en aquella situación pero, ese beso se hizo esperar.

Hubo un momento en que me perdí hablando, y cuando la mire su mirada intimidaba de la mejor manera. Y para no distraer su interés en mi, la seguí, pero la conversación se desvió, y no volví a pensar en que quizás estaba esperando algo de mi, un beso.

La situación era diferente, mis intenciones eran otras, creo que en cualquier boliche ya hubiera concretado, pero no era ese el punto. Sino, más bien conocernos, y eso implica muchas cosas, tanto como dejar otras de lado, y prestar atención a diferentes gustos, ideas.

Porque siempre el hecho fue, tratar de llevar la charla en doble sentido, y ahí uno puede medir el aceite y la temperatura, digamos para ver si la cosa anda bien. Pero yo no, intenté eso, pero no me animaba, ella me dominaba en su seriedad, y ahí deje de lado mi ego, pero no mi carisma e intente ser racional y emocional como una charla de amigos y fue lo mejor.

El punto a parte, había sido ese momento de nosotros... Ya no tenía retorno, pero yo quería volver, necio como siempre, para que me mirara como ya lo había hecho antes. Pero pensándolo bien quizás, no tuvo la más minima intención, hacia mi. Confieso que me gusta, aunque no necesitaba mirarme así, para que me gustara, és muy linda, tanto que sin querer te sentirías provocado.

La temática de la charla, había cambiado desde un principio, pero mi instinto no falló, digo que no falló porque sabía muy bien lo que debía hacer, y por dentro sabía también que un beso la primera vez era tan arriesgado como tirarse a un arbusto redondo sin rasguñarse o rebotar.

Y algo que no dije fue que, sin querer lo soñé, si lo había soñado. Quizás fue eso por lo que no me atreví hacerlo, porque lo había soñado, y fue tal la decepción que me llevé que me desperté. ¿Por qué? diran ustedes, porque en el sueño no le gustó y la cagué. Y ahí me desperté.

Luego analizando la situación en Dodge hacia casa, sentí muchas cosas, pero lo que si pude ver es que, fue lo mejor, nada de apuros. Podría haberlo arruinado todo, pero hasta concluí que el beso que se hace desear quizás es mejor que el que surge espontáneamente, pero sobre gustos...

Aunque después pensándolo más tranquilamente, el orden de los factores no altera el producto, quizás se parte del Marketing, por esas ganas de querer consumir bienes y servicios.. Mejor me voy a seguir estudiando economia, fuck!

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