Musas equivocadas

A veces pensaba, si había hecho mal o bien, en decirle que lo de ellos ya no iba más … Arrastrar su corazón en una falsa ilusión, ensuciando todo lo hermoso que había sido lo de ellos, tapándolo de tierra, como si no le importara nada lo poco que había construido, robándole tiempo, enamorándola de engaño, y tiñéndolo de fantasía, sería un crimen perfecto, sin piedad, sin tiempo para que ella pueda buscar explicaciones, sin que nadie la rescate, la iba a dejar dos meses después de haberla conocido, porque empezaba a sentir que no era una chica para él.
No dejaría rastro alguno, no habría testigos para tal acción, nadie sabría cual habría sido el arma perfecta para matar su amor. Nunca nadie se enteró de la cantidad de lagrimas que reprimieron sus ojos al oir esas palabras, que le romperían el corazón y luego quizás lo que hizo que ella comenzara con una vida nueva.
Era un acto inconciente, irracional como suele ser el amor. Él, complicado, se quiso escapar por lugares poco comunes, pero su mente a donde quiera que vaya lo perseguía y sabía que tenía que hacer algo al respecto, cada vez le recordaba más, que tenía que hacer algo con ella. No podía seguir mintiéndole, porque para usar están los trapos y ella no era aquello.
También sabía que el invierno era crudo y mucho más frío si se quedaba solo, y él a eso, le tenía fobia, no quería, no aguantaba quedarse solo. Hasta que un día se decidió, agitado por el frío y cansado de su Ego, tomó la decisión de decirle la verdad y terminar con la fantasía de ella.
Nadie, excepto él, sabía donde estaba la fisura de todo esto. Imaginaba un final trágico, porque estaba confundido y no tenía la seguridad, no sabía si era amor o deseo. Porque en algún momento podía matarla en lo más profundo, y sabía que no iba a volver, y ella que vivía pensando en él. El amor, la iba a dejar a ella, para muchos de la mejor manera, y para otras como un crimen. Pero eso si… sin sufrimiento iba a ser un golpe rápido y certero.
El amor sin dolor no es amor. Era inevitable no herirla, ya estaba encima de ella y tenía que hacer algo. La decisión estaba casi tomada y no era buena, no había ninguna escusa que pudiera evitar tal crimen. Cupido otra vez le había errado y sus flechas, ya no tenían buena dirección.
El silencio solucionó muchas veces sus problemas y ello aceleró parte de la efímera relación que decían tener los dos. Eso significaba, por aquella época, evitar la mutua soledad de sus corazones. Pero en la búsqueda, estaba la princesa que espera a su príncipe azul, ilusionada, esperando que el sapo verde se transforme en hombre, y luego la otra que imaginaba que el sapo, era principe al fin. Así estaban ellas dos antes que él las dejara.
Habían empezado, en busca de una dosis adictiva de amor, pasión, un toque de lujuria y a revolver con pelos de gatos, aquella olla de ingredientes, que no hacían más que mantener en utopía a la fantasía, semejante a una película, en donde la carcajada de la bruja con un grano horrible en su nariz a lo lejos se echaba a reír tras romper los hechizos de esas dos mujeres enamoradas de él.
La chica estaba donde él quería, podía hacer lo que quisiera con ella, pero noto que estaba en su mundo. De seguro, pensaría que estaba acompañada, por alguien que la quería, o sea él. Pero no resultó así, nunca se dio cuenta que había sido todo una mentira, de hecho, el “te amo” nunca llegaba. Solo el tiempo le contó luego, como había sido la tragedia de ese amor, incluso hasta creyó que le mintió, al no decirle que la dejó por otra, porque no fue así.
El tiempo también le dijo, lo que sus ojos no habían podido ver, el amor no correspondido, que le llego un día, si querer, y lo tomo por sus brazos, como queriendo exprimir todo lo que tenía para darle a ella. Y confiada pensó que era lo correcto, nadie lo vio mal, ni siquiera el que luego cometió tal error.
Al final, la vida sigue, pero no fue para tanto, aunque el corazón de ella diga lo contrario, y gritara de angustia como pidiendo piedad, como queriendo salir de ese mal, se enredó en un callejón sin salida, que luego entre pasatiempos, amigas y otras terapias, pudo olvidar.
Contemplar todo aquello desde otro punto de vista, dilucidando todo el rencor, y sabiendo perdonar de la mejor y más sana forma posible, que aun hoy existe en su corazón, que esa vez fue roto por culpa de un amor no correspondido, fue lo más sensato que podría haber hecho. Pero, a pesar de ello, todo no estaba perdido, quedaron como amigos, eso dicen, porque una palabra justa, en el momento adecuado puede ser de gran ayuda, y así fue que decidió terminar con ella.

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