el desagradable

La sombrilla de colores, el termo y la heladerita. No hay lugar que no tenga una cancha de tejo dibujada o grupos de mocosos tratando de pegarle a una pequeña pelota con una barata raqueta de madera.
Enormes y peludas panzas se pintan de blanco con bloqueador solar. Gigantes y malformadas señoras exhiben sus decaídos pechos bronceados de forma dispareja y esconden sus apesadumbradas nalgas con vistosos pareos.El mar es marrón, como la mierda, pero más fría y menos tentadora para nadar.
Choclo, artesanías de madera con los colores de Jamaica y manzanas acarameladas es toda la mercadería playera que uno puede consumir.
El silencio no existe. Si no es un desdentado heladero vendiendo conos de lavandina congelada es el nene de tu vecina de carpa. “Cerrá el pico que te cago de una trompada pendejo de mierda, eh, dejá de llorar como un maricón que te comes un bife”, poetiza un pedagógico padre a su hermosa criatura para llamarla al silencio. Mientras, la madre le cambia los pañales a su otra beba y el bollo de algodón y caca humana resultante es depositado en la arena mostrando un compromiso con el medio ambiente similar al de Botnia.
Un bañero con fantasías de héroe épico sopla su silbato y corre con su rebotante bulto ajustado mientras un deficiente adolescente pasa la rompiente intentando barrenar la misma nada y ahora pide ayuda desesperadamente. Toda la playa gira a ver el aburrido acontecimiento ya que, como es evidente, nada pasa nunca y cualquier parecido a la acción es pura coincidencia.
La poca tranquilidad reinante es empeorada por un Fiat Duna tuneado, que con luces halógenas en su parte de abajo, y los parlantes apuntando hacia afuera, viene tirando rebajes por la avenida del mar como si fuera un autódromo. Un escudo de Boquita tatuado en su brazo salido por la ventanilla adorna lo barroco de su automovil polarizado y repleto de medidores y relojitos.
Yo soy tu gatita, tu gatita, así que explota como dinamita…
Eso es todo lo que se escucha en el aire hasta que el grotesco mico involucionado pisa el acelerador y su caño de escape sin silenciador aturde el cosmos con explosiones de combustible que suenan -por mucho- más musicales que la basura sonora que expelen sus parlantes. Algo similar al relajo llega cuando este guanaco infradotado termina de cruzar el baden y se pierde en el espejismo.
Pero, a lo lejos, se oye el axe brasilero y se puede ver a un negro musculoso sacudiendo su banana cárnica frente a grupos de madres obesas y menopáusicas que intentan seguir los pasos de éste hábil e insoportablemente rítmico ser que grita “EEEEEEEEEEEEESOU” para animar a su tropa de movilidad reducida.
TODO APESTA. Los vientos huracanados azotan los tobillos del pueblo como pequeñas balas de arena que pican como la micosis más violenta. Al sol es el infierno, a la sombra un frigorífico por el que desfilan tetas caídas con los pezones erizados.
Me quiero ir de la playa pero no puedo porque cada vez que doy un paso estoy sorpresivamente dentro de otra canchita de fútbol sin delimitar y recibo los insultos de sus jugadores. Inmovilizado por los agravios de una infinidad de equipos que están jugando distintos partidos en esos mismos pocos metros cuadrados veo a lo lejos una avioneta que pasa haciendo un anuncio.
No se qué dice ni me importa. Nadie jamás consumió algo publicitado por el altoparlante saturado de una barata avioneta costera, pero se ve que hay gente que sigue invirtiendo en este anticuado y molesto método.
Me quiero matar, pero creo que es más divertido salir a pisar castillos de arena ajenos y no voy a desaprovechar la oportunidad.



Extraido de: http://blogs.tn.com.ar/eldesagradable se merece un lugar en mi blog!

Comentarios

Úrsula ha dicho que…
Excelente Nehuin!! Me hizo reír mucho, pero es muy cierto. Un abrazo!!

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