Happy Hour

Sonaba ese tema, lo que le produjo un leve shock al recordar todo otra vez, colgó su mirada. Se retrotrajo a ese encuentro, esos cuerpos, aquella magia y de fondo, Babasónicos la música llenaba de sensaciones la habitación, sensaciones que se encontrarían un poco más allá del living, meditó por un momento, un momento que pareció eterno, en cada uno de los detalles. 

¿y ahora quien la sacaría de su cabeza? No hay testigos de ese caos, de esa entrega, solo en la oscuridad, una pantalla de luz tenue que variaba de brillo en el living y se reflejaba a la pared blanca, si esa pared hablará.. pero no.

Mientras allá en la habitación se remueven entre las sábanas como un gran animal, dos seres que desatan la lujuria tras una seguidillas de besos apasionados, y la música suena, el cielo libre de nubes muestra las estrellas tiritando de frío aquel otoño, con envidia observaban desde lejos el calor concentrado como si abajo fuera verano, porque la noche es muy fría lejos de aquella cama. 

Se pierden en caricias, se recorren mutuamente, como escurriendo todo lo que el otro tiene para dar. La respiración se agita entre las sábanas arrugadas, como si la guerra se avecinara, sus labios rojos son el elixir.  Se convierten en el actor principal, y allí van, entran en acción, muerden, trabajan con la lengua un idioma perfecto, de inmediato, un gemido sale y no es de ella. Es la pasión que encarna. ¿Cuánto más?

 Una mano se aprieta y deja su marca como amasando lo que va venir. Luego sus dedos aflojan,  se estiran y se deja entrever el placer, vuelven a contraerse agarrando las sábanas para que no la arranquen de allí, de ese mar agitado de dos cuerpos de madrugada, ¿quien acabara, quien se rendirá primero?