Susana 0 pobreza 1



Salí de la carnicería, deje la puerta abierta, porque entraba él, un hombre mayor, casi 50 años de contextura chica, 1,60 de alto, tapándose la boca con una bufanda. Pensé que entraba, cuando me dijo, “te puedo hacer una pregunta” y vi que no entraba, me di vuelta y cerré la puerta. Si, le dije. Por una milésima de segundo, por la poca gente que había en la calle, se me cruzó, este me va a querer robar, este se perdió, este...De inmediato, sacó un manojo de estampitas, y supuse que quería que le diera una mano, en el mismo momento me pedía si lo podía ayudar a lo que automáticamente, agarré parte del vuelto, que eran treinta pesos, saque diez y se los entregue.


De forma inmediata sin esperar nada a cambio, no dijo ni gracias, casi tan desinteresado como yo, me fui y él también. Cruze la calle, se metió a la carnicería y después pensé. Podría haberlo ayudado más, recuerdo que en la rapidez, me dijo algo así como -¿20 no es poco? Yo, por dentro me reí y seguí, como diciendo, daaale, agarrá lo que te doy. Pero por ahí él pensó que esa iba hacer la ayuda, porque era el primer billete que tuve que correr para sacar los diez de abajo.


Me agarró en un mal momento, como quien dice, no fue buena su venta, no alcanzó a hacerme pensar, quizás si mi cabeza estaba en otra, le decía que no y seguía caminando, como suele suceder con la gente que anda pidiendo, pero eso no sucedió. Luego, me di cuenta que me lo saqué de encima, como si fuera una molestia ayudarlo, y para los que me conocen, saben que milite en dos ONG´s y una fue ayudando a un barrio, directamente de forma física, la otra fue desde la teoría, me refiero que no iba al barrio, trabajaba desde otro lado para realizar la ayuda.


En fin, una actitud un tanto, bastante, muy fea, si lo hubiera meditado un poco más, hasta terminas pensando en invitarlo a comer a tu casa, aunque en este momento de Pandemia, no iba a ser posible. 


A lo que voy es que, más allá de su reacción, me puse a pensar en mi, porque reaccioné así. Desde mis atravezamientos, (estudios de comunicación) pienso que no me dio una buena impresión la forma en que me abordó, uno es más receptivo, cuando ves las condiciones, la empatía juega un rol fundamental, te emociona (te da lastima) y ahí vende, como hace la publicidad, prácticamente, pero no hablamos de un objeto, hablamos de una persona, que seguramente esté en malas condiciones económicas, y luego pensé, es una persona que puede tener familia, y está moviéndose para poder comer, también pensé en aquel que pedía plata siempre.


Estaba en la estación de tren de constitución - La Plata  siempre tenía el mismo chamullo, y decía así “disculpa, tenes una moneda, tengo que volver a mi casa, viajo en colectivo desde la terminal de retiro, necesito juntar equis plata y bla bla me quede sin plata, te pedía  de 10 a 50 pesos, el pedido dependía de tu cara.  En esa época era plata. 


Y un día, la tercera vez, lo encaré y le dije, “flaco siempre pedís lo mismo, deja de mentirle a la gente, por lo menos cambiá el discurso”. Lo peor es, que siempre se quedaba sin plata para viajar, y te lo comentaba como si fuera un problema que le surgió, eso me hacía pensar que todos los días le pasaba lo mismo, podría seguir con esto pero no es la idea. Pero esa vez me jodió porque el tipo me pidió 50 pesos, me vio la cara nose. Peor fue cuando le di, y sacó un manojo de plata, y puso mis miseros dos pesos entre el manojo, en ese entonces viajabas con 2 pesos. Se hizo el boludo y se fue, no daba atormentarlo más, o sea, la gente que viaja es siempre la misma, date cuenta. 


Y yo le daba como un boludo, las primeras dos veces le di, pero la tercer me pidió un montón de plata. Me indigne, las otras veces lo termine ignorando, y le prestaba atención a todo lo que decía, y a todos les decía lo mismo. increíble.


A veces, me pongo en esta actitud, a mi me gustaría que esa gente se de cuenta de las cosas. Sentí que ese hombre en la carnicería me desprecio tanto como lo hice yo, quizás le vendí mi mejor cara de orto y se fue, no lo sé. En un momento me sentí Susana Gimenez yendo a Uruguay huyendo de la pandemia, como de otra conciencia social, otra conciencia de clase.

 A lo que voy es que, creo que todos en algún punto hacemos lo mismo, perdemos de vista el eje, ¿por que? porque la sociedad tiene algunas cosas podridas, no porque hay pobres, porque siempre los habrá, sino por nuestra forma de pensar, porque hay menos empatía, porque nosotros estamos con nuestros propios problemas, y no podemos pensar en el otro. 


En una sociedad como argentina donde muchos viven al día, con la plata justa, es difícil pensar en el otro. Cuando solo podemos con nosotros mismos, quizás deberíamos darnos más tiempo a escuchar como sociedad, y escuchar significa ver, preguntar, conocer, ser mas empaticos. ¿No te parece? y sobre la hora hay empate.


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